Confiando en que una tarde,
te acerques y te mires
y te mires al mirarme.
Los sentimientos son inocentes
como las armas blancas.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con el corazón en la mano y tu con la mancha roja de mis labios.
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