No quiero sonar tonta, ni ingenua, pero...que es la felicidad si no la ingenuidad de dejarnos llevar? Como un niño en el jardín ensuciándose, escondiéndose del villano que le persigue, y viajando a nuevos mundos al cruzar un árbol mágico. Y en ese mundo el tiempo no pasa, y todo es brillante, la noche no existe ni los monstruos abajo de la cama, aquí hay miles de manzanas moradas (que saben a chocolate) y el viento soplando en mi cara me recuerda lo sencillo de la felicidad.
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